jueves, 23 de octubre de 2014

La música es el lenguaje del cerebro

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La música es el lenguaje del cerebro


Robert Zatorre, de la Universidad McGill de Montreal, y Paul Verschure, de la Universidad Pompeu Fabra, ambos neuropsicólogos, compartieron recientemente charla en Barcelona y Madrid sobre cómo el cerebro procesa la música. La charla se inscribe en el Año de la Neurociencia.
Áreas cerebrales mostrando actividad tras ser
estimuladas por tonos musicales. © Cerebral Cortex/Janata
NÚRIA ESTAPÉ | SENC
Técnicas de neuroimagen como la resonancia magnética funcional permiten detectar las regiones del cerebro que se encuentran más activas cuando escuchamos sonidos, y su desarrollo ha sido de tal magnitud que con ellas incluso se puede medir el grosor de las partes superficiales del cerebro (la corteza cerebral), únicas en los primates como nosotros. Estas regiones del cerebro forman capas de neuronas que se repliegan sobre sí mismas y están especializadas en procesar estímulos sensoriales como colores o sonidos, y en planificar u ordenar movimientos.
Estudios recientes demuestran que "las regiones de la corteza que se activan cuando escuchamos música son las mismas que lo hacen cuando imaginamos algo", explica Robert Zatorre, uno de los investigadores más reconocidos en la relación entre música y cerebro. Los circuitos de neuronas que reciben información de los receptores del oído que traducen la energía mecánica del sonido en señales eléctricas, se encuentran por encima de los oídos, en los llamados lóbulos temporales. De ahí, estas señales son capaces de movilizar otras regiones del cerebro como las áreas motoras del lóbulo frontal (por detrás de la frente), y los circuitos del sistema límbico, que procesan los distintos estados emocionales. La música es un estímulo peculiar: altera el patrón habitual de procesamiento de información sensorial al movilizar gran número de circuitos cerebrales en ausencia de los estímulos que habitualmente desencadenan su actividad.
"La música nos mueve", dice Zatorre. El sonido rítmico o melódico, además de activar los circuitos del lóbulo temporal que procesan los sonidos, altera también la actividad de la corteza cerebral frontal cuyas neuronas "hablan" cuando ejecutamos un movimiento. Los estímulos visuales, en cambio, no activan las mismas áreas motoras de la corteza. Además, una de las propiedades más inquietantes de los circuitos neuronales de las capas superficiales del cerebro es que modifican su estructura cuando se altera la cantidad de estimulación que reciben.

Formación musical innata

La música y la imaginación activan las mismas áreas del cerebro
Ante la categoría de músicos como Ray Charles o Louis Vierne, los investigadores se preguntaron si la corteza cerebral de personas invidentes se reorganiza de algún modo que favorezca el procesamiento musical. Los experimentos demuestran, en efecto, que así es. El grupo de Zatorre consiguió demostrar que los ciegos de nacimiento sin formación musical poseen habilidades musicales innatas (evaluadas mediante una prueba de transposición sonora), que se acompañan de una expansión de las áreas de la corteza que procesan tanto información auditiva como visual (detrás de la cabeza, por encima de la nuca) superior a las personas con capacidad visual normal o personas que perdieron la vista a lo largo de su vida.
La música es también el lenguaje de las emociones, un conjunto de códigos que el cerebro comprende mejor que las palabras. Con esta hipótesis al mando, Zatorre describió experimentos que demuestran que el procesamiento musical en el cerebro es análogo a los procesos químicos que ocurren al tomar drogas o realizar conductas adictivas (como comprar compulsivamente) que aumentan los niveles de un neurotransmisor llamado dopamina, implicado directamente en la sensación de recompensa que nos incita a repetir ciertas conductas o a ansiar la droga.
Los investigadores usaron la presencia de escalofríos como medida fisiológica de "placer musical", y observaron dos etapas en el procesamiento emocional de la música: la primera se observa alrededor de quince minutos antes del punto de mayor emoción. Durante esta fase de anticipación, se activan grupos de neuronas del núcleo caudado de los ganglios basales (unas neuronas de la base del cerebro) conectadas con regiones de la corteza dedicadas a generar predicciones sobre eventos futuros. En la segunda fase, que es cuando se desatan los escalofríos, se activan los circuitos del núcleo accumbens del estriado (también en la base del cerebro). Este núcleo es exactamente el mismo que se activa cuando alguien toma una sustancia adictiva como la cocaína.
La música es lenguaje
"La música es el lenguaje que el cerebro comprende y produce mejor", señala Paul Verschure, investigador ICREA del Departamento de Tecnología de la Universidad Pompeu Fabra. Verschure ha conseguido literalmente que el cerebro haga música sin necesidad de afinar pianos. En la "multimodal brain orchestra", una orquesta de cámara que produce sonidos musicales sin tocar ningún instrumento, los "músicos" detectan, mediante interficies informatizadas, un conjunto de parámetros fisiológicos de activación emocional del "director" de la orquesta.
En definitiva, el estado emocional de una persona, procesado por un grupo de cerebros, genera una suma de ondas cerebrales que se traducen en "movimiento", es decir, en sonido, producción musical. Todo un reto en la comprensión del cerebro humano y las señales que usa para comunicarse con el mundo. Como dice Verschure, "nuestro cerebro evolucionó para actuar, y la música es acción". Si es así, ¿está nuestro cerebro especializado en producir música? La pegunta sigue sin respuesta, aunque, al menos es, en efecto, uno de sus lenguajes. Para algunos, el nativo.

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