En Supercurioso siempre hemos tenido un interés apasionado por los misterios que encierra nuestro cerebro, esa máquina humana de la que aún no sabemos gran cosa. En esta ocasión, indagaremos sobre los efectos que ejerce la escritura a mano en nuestra “tarjeta madre”.
Escritura, ¿cuestión de talento?
Claro. Una novela, un poema, un artículo científico, la lista de las compras… poco importa, escribir definitivamente es un acto cotidiano. El proceso de la escritura activa en nuestro cerebro mecanismos neuronales, y en realidad son bastante similares entre sí, escribamos lo que escribamos.
En el área de Broca –localizada en el lóbulo frontal– es donde se aloja la parte asociada al discurso y a la escritura; pero en el lóbulo parietal se encuentra el área de Wernicke, que resulta sumamente importante a la hora de escribir, pues aquí es donde interpretamos las palabras y el lenguaje. Como dato curioso, hay pacientes que cuando tienen esta parte cerebral dañada presentan trastornos en la ortografía o la escritura a mano.
¿Y por qué los cuenta-cuentos?
Todos los pueblos de la tierra, en sus comienzos, han iniciado sus procesos culturales a través de la oralidad. Cuando escuchamos historias se activan otras zonas cerebrales, además de las de Broca y Wernicke; si, por ejemplo, lo que nos cuentan tiene que ver con dar patadas o con correr, la corteza motora de nuestro cerebro se ilumina, como si realmente estuviera “experimentando” la historia.
De allí probablemente haya surgido la importancia de contar bien, de narrar de cierta forma los acontecimientos, para “atrapar” la atención de quien escucha. En realidad, el cerebro es el que se engancha.
Por ello, a través de este novedoso descubrimiento, podemos darnos cuenta de la enorme influencia que tiene sobre el ser humano la literatura, mucho mayor de lo que pudiéramos imaginar. Y, claro, podemos comprender con mayor claridad la carga adictiva de algunos videojuegos.
¿Literatura o lista de compras?
Si bien los procesos que se generan en el cerebro son parecidos, puesto que se trata del mismo procedimiento (escribir), sí hay diferencias entre la escritura cotidiana y la literaria.
Apartando los parámetros culturales y de gusto para juzgar la literatura, en el cerebro se activan distintas zonas cuando se trata de un lenguaje usual, habitual, o de un lenguaje distinto.
Cuando nos enfrentamos a la cotidianidad, las palabras que usamos no provocan respuestas notables, pues el uso las desgasta, y entonces nuestro cerebro reacciona de forma más bien apagada. No ocurre lo mismo cuando decimos las cosas de manera original. Por ello es que la buena literatura omite los clichés, intenta siempre nuevas formas de expresar los mismos sentimientos que nos agobian desde la invención de la escritura, y desde antes.
Por ello, también, son importantes las metáforas: ellas activan zonas del lóbulo parietal asociadas con el tacto. Curioso, ¿no?
Escribir con dispositivos o a mano, ¿es igual?
Cuando escribimos a mano (y que disculpen los fans de los kindle, los ipad y cualquier dispositivo electrónico en el que poder escribir), se acrecientan aún más los beneficios de la escritura: escribir a mano estimula una zona del cerebro que se llama “sistema de activación reticular”, y ésta regula el estado de vigilia. Además, favorece el desarrollo cognitivo de una forma mucho más eficaz que si escribiéramos lo mismo en nuestro ordenador o en cualquier otro tipo de pantalla.
Si acostumbramos a nuestros niños a hacer resúmenes cuando estudian, y escribirlos a mano, estaremos haciéndoles un favor para cuando crezcan, pues sus neuronas estarán ocupadas creando nuevos caminos.
No se trata de apartar estos “juguetes”, sino de usarlos de forma racional y enseñarles a ellos a usarlos.
Si te gustó el tema, puedes ahondar el tema leyendo 5 curiosidades sobre tu cerebro.
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