La armonía, la melodía y el ritmo desencadenan los mismos sistemas de recompensa que impulsan nuestros deseos por la comida y el sexo, y por eso nos pusimos a averiguar qué produce la música en nuestro cerebro. Dos estudios de universidades privadas nos explican esto y algo más.
¿Es que acaso a todo el mundo le gusta la música? Bueno, yo no me he encontrado con alguien a quien no le guste ningún tipo de música. Siempre, aunque sea el último hit del verano o la melodía de un timbre en una casa, la música parece encontrar un oyente que se siente positivamente afectado por ella, al menos lo necesariamente como para seguir escuchándola. Y cuando pensamos en esta universalidad de la música nos preguntamos cómo es que siendo tan diferentes, compartimos el placer por escuchar música, sea el género que sea. La respuesta, según varios estudios publicados en la revista Nature Neuroscience, se esconde en el cerebro.
Una vez subido el volumen y colocados los altavoces, la música que escuchamos provoca en el cerebro la secreción de dopamina, que es un neurotransmisor que reacciona de la misma manera cada vez que realizamos actividades que reconocemos como placenteras, como el uso de drogas, el sexo y la alimentación, entre otras. El estudio de Valorie Salimpoor y Robert Zatorre, de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) que dio con el resultado estuvo conformado por una resonancia magnética que se les hacía a los participantes del experimento, donde se lo exponía a música instrumental sin voces humanas presentes. En el procedimiento se detectaba que la exposición a las canciones favoritas de cada participante, sus cerebros secretaban dopamina desde la región llamada núcleo estriado.
El análisis en profundidad reveló que la dopamina que se libera lo hace en el momento culminante de la canción, en ese momento en el que nos estremecemos. El procedimiento es siempre el mismo pero con diferencias de valores. Así como cuando el consumo de cocaína o el orgamo generan una euforia momentánea que ofrece los mayores niveles de secreción de dopamina, segundos antes a escuchar esa parte de la canción que tanto nos gusta o luego de haberla escuchado se producen dos secreciones de dopamina extra, propiciadas por la anticipación, las predicciones y la satisfacción.
En otro estudio se reveló en qué parte de la estructura cerebral se interpreta la música, y estas partes son:
- Ritmo: Corteza frontal izquierda, corteza parietal izquierda, cerebelo derecho.
- Tono: Corteza pre frontal, cerebelo, lóbulo temporal.
- Letra: Área de de Wemicke, Área de Broca, Corteza motora, Corteza Visual y las zonas correspondientes a las respuestas emocionales.
Pero además de afectar nuestro cerebro a nivel químico, la música también tiene otras responsabilidades, pues que actúa como un amplificador de emociones. A la vez también produce en nuestro cerebro una reducción en los niveles de ansiedad, disminuye el dolor, ayuda a la recuperación de enfermos, colabora con pacientes de síndromes como Alzheimer, Parkinson, Tourettes y el autismo. A su vez, escuchar música incrementa el optimismo y también nuestras habilidades comunicativas, la creatividad y la felicidad. Adicionalmente se ha comprobado que quienes han tomado clases de música en su infancia luego rinden mejor en los exámenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario