Usted llega a casa después de un día duro, pone la radio y una canción que no había escuchado hasta ahora empieza a sonar. Le gusta y, de repente, empieza a sentirse mejor. ¿Es esto posible?
Según un estudio liderado por científicos de la Universidad de Montreal (Canadá), y publicado en el último número de la revista Science, la explicación está en un grupo de neuronas del encéfalo, conocido como núcleo accumbens.
“La actividad neural en el núcleo accumbens, que forma parte del cuerpo estriado ventral –el centro de recompensa del cerebro–, es un preciso predictor de cuánto dinero está dispuesto a pagar el público para comprar una canción o un álbum de música”, explican los autores.
Así, los expertos crearon un entorno en el que los participantes podrían gastar su propio dinero en música que escuchaban por primera vez a través de un simulador de compra de música on line similar a iTunes.
Los investigadores escanearon los cerebros de los participantes y descubrieron que cuando la gente escucha música que no ha oído antes, la actividad neural en el núcleo accumbens puede indicar si a una persona le gusta o no una pieza lo suficiente como para comprarla.
Los investigadores descubrieron que la actividad en el núcleo accumbens indica si a una persona le gusta o no una pieza lo suficiente como para comprarla
“Una mayor actividad del núcleo accumbens supondría una mayor cantidad de dinero que estarían dispuestos a gastar por ella”, explica a SINC Valorie Salimpoor, investigadora principal del trabajo. “Esto aporta evidencia neurobiológica de que la música es realmente una recompensa intelectual”.
Pero el núcleo accumbens no trabaja solo, sino que interactúa con algunas de las partes más evolucionadas y complejas del cerebro –áreas sensorial, emocional y ejecutiva–. Ahora bien, el cómo varias partes del cerebro reaccionan a la música depende de los tipos de melodías a los que estamos expuestos a lo largo de la vida y, por tanto, es una respuesta “extremadamente individual”.
Por qué nos gusta la música
“Una buena razón es que nos recuerda algo y nos ayuda a volver a vivir una emoción específica”, afirma Salimpoor. Pero, ¿qué pasa con la música que no hemos escuchado antes?
“Pensemos en el cerebro como una máquina de predicción –continúa la experta–. Cada vez que aprendemos algo, esencialmente estamos aprendiendo a reconocer mejor los patrones correspondientes. Ahora podemos aplicar esto a la música, que no deja de ser sonidos que se organizan conjuntamente en diferentes patrones”.
Lo realmente importante para los autores es que, aunque uno solo de esos sonidos no tiene ningún valor de recompensa en sí mismo, cuando está combinado con otros el cerebro puede identificarlo como algo placentero desde un punto de vista cognitivo.
Referencia bibliográfica:
V.N. Salimpoor; A. Dagher; R.J. Zatorre; N. Kovacevic; A.R. McIntosh; I. van den Bosch. "Interactions Between the Nucleus Accumbens and Auditory Cortices Predict Music Reward Value". Science, 11 de abril de 2013.
V.N. Salimpoor; A. Dagher; R.J. Zatorre; N. Kovacevic; A.R. McIntosh; I. van den Bosch. "Interactions Between the Nucleus Accumbens and Auditory Cortices Predict Music Reward Value". Science, 11 de abril de 2013.
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