Por Nora Bär | LA NACION
Si se contemplara el avance de la ciencia como se asiste a una proyección cinematográfica, el anuncio realizado ayer por investigadores de la Universidad de Princeton podría compararse con una de esas escenas de suspenso que nos mantienen clavados en la butaca.
Según el trabajo publicado en Science por Elizabeth Gould y Charles Gross, en abierto desafío de una de las más firmes creencias de las neurociencias (que el cerebro adulto es incapaz de regenerarse), la región más externa del cerebro de los primates (el córtex, sede de las funciones superiores)incorpora diariamente miles de neuronas recién nacidas .
"Siempre se creyó que las neuronas de los vertebrados se forman cuando el cerebro está creciendo y que, si se pierden por una enfermedad o por injuria, no son reemplazadas -explicó a La Nación el doctor Facundo Manes, desde su laboratorio en la Universidad de Cambridge-. También se creía que el aprendizaje no se realiza adhiriendo nuevas neuronas en los circuitos celulares, sino modificando conexiones entre un número limitado de neuronas. Por eso, aunque fue realizado en monos, este hallazgo es muy importante, ya que -dadas las semejanzas que existen- con estos datos tenemos una razonable evidencia para sospechar que esto podría ocurrir en el cerebro humano, y provee nuevas oportunidades experimentales para estudiar el nacimiento y la migración neuronal, y el tratamiento de enfermedades neurológicas."
Entre otras cosas, un descubrimiento de este calibre pone en tela de juicio las hipótesis existentes acerca de cómo funciona el cerebro y cuáles son los caminos de la memoria. Además, la posibilidad de que la materia gris se regenere abre la puerta para que en algún momento se tracen estrategias que permitan detener los estragos de enfermedades neurológicas degenerativas, como el mal de Alzheimer o el de Parkinson.
"Si este proceso de neurogénesis ocurre en los cerebros humanos adultos -agregó Manes- será de tremendo valor para reparar los circuitos neuronales dañados. Sin embargo, algunos autores disienten porque sugieren que la adición de nuevas neuronas destruiría o modificaría las memorias que permiten registrar memorias de largo plazo (por ejemplo, de la infancia)."
UN ARGENTINO PIONERO
Para el doctor Enrique Segura, investigador del Conicet y profesor consulto de la UBA, estos resultados eran en cierta forma esperables.
"Era previsible que se pudiera avanzar en este tema, especialmente a partir del trabajo pionero del argentino Fernando Nottebohm, que demostró cómo en los pájaros hay creación de neuronas con un ritmo estacional." Para el científico del Instituto de Biología y Medicina Experimental, la importancia de este nuevo hallazgo reside particularmente en que fue realizado en mamíferos superiores.
Para comprobar su idea, Gould y Gross inyectaron en los cerebros de un grupo de macacos una sustancia radiactiva que se incorpora en el ADN de las neuronas cuando se dividen. Así pudieron comprobar que, justo por encima de los ventrículos ubicados en el área central del cerebro, se genera diariamente una corriente de nuevas células nerviosas. Esa misma zona había sido recientemente identificada como la sede de las células madre , que son las que mantienen la capacidad de generar todas las nuevas células de un órgano.
A medida que se desarrollan, las nuevas neuronas migran hacia el exterior, se establecen en el córtex y tienden sus axones hacia las neuronas vecinas.
Según el doctor Jorge Medina, profesor de la cátedra de fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA y especialista en aprendizaje y memoria, "hay quienes plantean que la creación de nuevas neuronas podría participar en los mecanismos del aprendizaje y la memoria en el adulto. Yo, personalmente, creo que son mucho más importantes los cambios plásticos en los circuitos que conectan neuronas. Aunque esto no invalida que el número de neuronas aumente".
El doctor Blas Frangione, investigador y docente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, coincide: "Esto cambia todo el panorama, porque implica que un individuo puede adquirir otra vez la memoria, o que se puede alterar la neurodegeneración de las células. Es un paso que abre muchas expectativas".
Por su parte, el doctor Ramón Leiguarda, de Fleni, reflexiona: "Que hay células madre en el cerebro y que pueden regenerarse es algo que podíamos presumir desde hace aproximadamente un año. Pero lo que no sabemos todavía es cómo se las puede guiar para que se diferencien y se conviertan en las células maduras que uno quiere obtener".
Como dijo uno de los investigadores a The New York Times, "este descubrimiento abre más preguntas que respuestas". Aunque, sin dudas, la ciencia está cada vez mas cerca de responderlas. .
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