MÚSICA Y CEREBRO
Aumenta la energía muscular y molecular; influencia el latido del corazón; altera el metabolismo; reducen el dolor; acelera la recuperación de pacientes; ayuda en la descarga de emociones; estimula la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.
Te preguntaras, ¿qué es lo que produce todo esto en nuestro organismo? pues la música.
Nuestra capacidad para percibir la música es muy temprana. Incluso recién nacidos reaccionan a estímulos musicales, y con un mes, el bebé puede discriminar ya tonos de diferentes frecuencias. Con seis meses podemos hablar ya de una ‘musicalidad’ desarrollada. Y a los tres o cuatro años, los niños comienzan a reproducir la música. Ahora bien, un entendimiento pleno de la armonía se desarrolla como muy temprano a la edad de doce años.
La música es un medio de comunicación como lo es el lenguaje. Al igual que en el lenguaje, donde las distintas características están localizadas en diferentes partes del cerebro, en la música ocurre lo mismo, es decir, que por ejemplo, la melodía y los tonos se localizan preferentemente en el hemisferio derecho.
Curiosamente, los músicos profesionales utilizan más en la percepción de las melodías el hemisferio izquierdo y se ha comprobado que con el entrenamiento en música, la dominancia cerebral para la percepción de la melodía se desplaza del hemisferio derecho al hemisferio izquierdo. También, se ha demostrado, que la corteza motora primaria y el cerebelo que están involucrados en el movimiento y la coordinación, son más grandes en los músicos adultos que en personas que no son músicas, o que el cuerpo calloso (que es el que permite la conexión entre los dos hemisferios), así como la corteza auditiva (responsable de unir la música y el habla en una sola experiencia consciente) también eran más grandes en los músicos.
El hemisferio izquierdo es más apropiado para la percepción del ritmo. Esto indica que para la percepción de la armonía y la percepción del ritmo se utilizan áreas distintas del cerebro. Por eso hay personas que tienen una capacidad de percepción armónica brillante, pero una mala percepción del ritmo, o al revés.
Por otro lado el canto, que implica música y lenguaje, involucra ambos hemisferios si hay palabras, pero el canto sin palabras, solo de melodía, depende del hemisferio derecho.
Pero sin duda, el efecto más potente de la música es el emocional.
Las emociones humanas se encuentran en el sistema límbico, concretamente en la amígdala, que es la estructura que las gestiona. La música, cuando es percibida, primero es analizada por las áreas auditivas de nuestro cerebro, pero curiosamente nuestro sistema neuronal se conecta también de forma automática a los núcleos de la emoción. Esa es la razón por la cual, la música es un fuerte modulador emocional y por eso también asociamos canciones a personas o a recuerdos concretos.
Es común pensar que cuando estas triste, si escuchas música “triste” aún lo estarás más y al revés, si estas contento/a y escuchas música alegre, pues aún estarás más alegre. Pues bien, esto es cierto a medias. Es cierto que las notas tristes nos entristecen, pero la música triste tiene otra función, alegrarnos.
Cuando estamos tristes y nos ponemos a escuchar música, solemos elegir música acorde con nuestro estado de ánimo, es decir, triste. No es que tengamos ganas de estar aún más tristes, sino que de forma inconsciente estamos equilibrando nuestras emociones. Veamos porque.
La música en general, nos provoca una liberación de dopamina (hormona del placer), pero no todas las canciones provocan que se libere la misma cantidad de dopamina, no es lo mismo nuestra canción favorita, que una que no nos gusta. Pues bien, esa liberación de dopamina, se produce en el momento álgido de la canción, como es obvio, pero curiosamente, unos segundos antes de ese momento se produce una primera descarga de dopamina relacionada con la anticipación, es decir, porque sabemos que se acerca ese punto álgido. En ese momento se activa una zona llamada núcleo accumbens, que es la responsable de la euforia, la sensación de placer y las adicciones.
Por lo tanto, cuando estamos tristes y elegimos música triste, lo que estamos haciendo es regular nuestro estado emocional, ya que aunque estemos escuchando ese tipo de música, la realidad es que en nuestro cerebro se está produciendo un reequilibrio emocional.
Imaginar cuan de importante es la música, que existe hasta una inteligencia emocional. Este tipo de inteligencia, más desarrollada en unos que en otros, es la inteligencia que surge más temprano, y está muy relacionada con otras inteligencias, ya que la música nos produce movimiento y nos permite socializar y emocionar.
Muchos científicos piensan, que si se pudiera conocer a la perfección el fenómeno de la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano. Como esto aún no es posible, mientras esperamos a que llegue ese día, disfrutaremos de las emociones y los placeres que nos despierta la música.
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