ENTREVISTA Thomas Bak
Thomas Bak es una de las voces más autorizadas en el estudio del bilingüismo
El neurólogo estudia los efectos cognitivos de manejar más de una lengua
- Habla siete idiomas, es polaco residente en Edimburgo y está casado con una española. Nadie mejor que Thomas Bak podría dedicarse a la investigación sobre los efectos cognitivos que tiene manejar más de una lengua. El neurólogo, una de las voces más autorizadas en el estudio del bilingüismo, visita al menos dos veces al año nuestro país para para pasar unos días de vacaciones y disfrutar "de la comida, la cultura y de la gente".
- ¿Ser bilingüe tiene beneficios para el cerebro?
- Yo nací en Polonia en los años 50 y mis padres tenían lenguas diferentes. Mi madre era alemana y mi padre polaco. En aquella época la gente pensaba que el bilingüismo era peligroso, que al final los niños acababan por no saber nada. Había incluso trabajos científicos que lo decían. Encontré un estudio de los años 30 sobre los niños que hablaban galés e inglés que concluía que eso les producía un conflicto psicoanalítico que no podían integrar. Ésa es la idea del bilingüismo que se mantuvo durante la mayor parte del siglo XXI, una perspectiva negativa, una idea de riesgo. Pero eso ha cambiado radicamente en los últimos 10 o 15 años. Hay trabajos que relacionan bilingüismo con un mejor rendimiento cognitivo y también hay trabajos que han mostrado que los bilingües desarrollan demencia entre cuatro y cinco años más tarde.
- ¿Los efectos positivos están relacionados con el número de idiomas que uno habla?
- Es una pregunta muy difícil. Realmente me encantaría que hubiera una diferencia porque hablo muchos idiomas. Pero la verdad es que la evidencia no es muy clara al respecto. Hay estudios que ven una correlación directa entre los resultados de la función cognitiva y el número de lenguas. Hay trabajos que muestran un resultado positivo, pero sólo en multilingües y no en bilingües. Y también hay estudios que no muestran ninguna diferencia. Lo que yo pienso es que el fenómeno del bilingüismo es muy complejo. Probablemente hablar más de una lengua no tenga un efecto sobre todas las funciones cognitivas, sino sólo sobre algunas y teniendo en cuenta distintos factores. Uno de los efectos mejor documentados que tenemos del bilingüismo es la atención. Se puede explicar fácilmente porque una persona bilingüe tiene siempre que controlar lo que está diciendo. Si no, acaba mezclando los idiomas. En este sentido no creo que el número de lenguas de verdad sea importante, porque en cualquier caso se tiene que mantener ese control. No importa si son dos, tres o cuatro lenguas. Lo importante es que se tiene que tener este mecanismo de control. Sin embargo, sí creo que el número de lenguas puede tener un efecto sobre otras funciones cognitivas, como el pensamiento creativo o la flexibilidad mental, pero eso son cosas mucho más difíciles de medir. En ciencia, muchas veces los resultados que tenemos al principio no son los más importantes, sino los que se pueden medir más fácilmente.
- ¿Es relevante la combinación de los idiomas? ¿Produce los mismos efectos hablar dos lenguas de la misma raíz que conocer dos de orígenes diferentes?
- Es una de las cosas que se están investigando. Precisamente nosotros tenemos un grupo trabajando sobre esto. En teoría, podría haber dos efectos. Por un lado, tener dos idiomas muy semejantes podría potenciar la atención. Si se tienen dos lenguas que están muy relacionadas es más fácil mezclarlas y por eso se tienen que mantener de forma inconsciente niveles de concentración mucho más altos. Por ejemplo, después de haber aprendido español, mi portugués, mi italiano y mi francés han empeorado un poco, porque tengo más interferencias. Pero no me produce interferencias con el alemán, porque son bastante diferentes. Por otro lado, creo que tener lenguas diferentes es más importante desde el punto de vista de la flexibilidad mental, de la creatividad. Pero ya digo que es algo que se está estudiando.
- ¿Cuántos idiomas habla?
- De una manera cotidiana, cuatro. Polaco y alemán, que son mis dos lenguas maternas y también inglés y español. En casa hablamos español con mi mujer, que es española, porque tenemos una hija de 18 meses y queremos que crezca con varias lenguas. Es mi lengua de casa. Desde el punto de vista de dar charlas, puedo hacerlo en italiano, portugués y francés también.
- ¿Decidió estudiar este ámbito precisamente por su bagaje?
- Yo soy médico. Siempre he tenido un interés por las lenguas, aunque empecé a estudiar el cerebro. De hecho, mi tesis doctoral fue sobre afasia y es un campo en el que sigo trabajando. Sigo viendo pacientes todas las semanas. Pero al llegar a la Universidad de Edimburgo empecé a investigar más sobre el bilingüismo, que es un tema que me fascina. Uno de los grandes problemas de este campo es que es muy difícil establecer cuál es la dirección de la causalidad; responder si aprender lenguas mejora las funciones cognitivas o si lo que pasa es que las personas con mejores funciones cognitivas están más dispuestos a aprender lenguas. Es muy difícil de saber, pero aquí en la Universidad de Edimburgo tenemos una mina de oro desde el punto de vista de este campo científico.
- ¿Cuál es esa mina de oro?
- En 1947, había muchas discusiones sobre la inteligencia de la población y sobre si la inteligencia general mejora o empeora con el tiempo. El Gobierno decidió hacer un examen de las capacidades cognitivas de todos los niños en Escocia, en todas las escuelas. La mayoría de los datos desaparecieron, pero un profesor con el que trabajo tuvo la buena suerte de encontrar algunos datos. Tenemos más o menos la información de 1.000 personas que viven todavía. Sabemos cómo eran con 11 años y hemos podido reevaluarlos ahora. Hace muy poco publicamos un estudio basado en ellos que mostraba que aprender lenguas puede mejorar la función cognitiva más allá de las diferencias que existieran antes.
- ¿Y para que esos beneficios existan es importante usar la lengua que no es la materna a menudo?
- Creo que sí es importante. Encaja bien con las ideas que hay de reserva cognitiva y de la importancia de la actividad mental. Hay un estudio interesante realizado en Texas (EEUU) que dividió, de manera randomizada, a dos grupos de gente mayor. Un grupo hizo encuentros sociales, senderismo, etc. El otro, por el contrario, comenzó a aprender fotografía, que era algo que no conocían. Este último grupo mostró una mejora cognitiva más significativa, porque para ellos suponía un reto. En ese sentido creo que es importante usar otras lenguas distintas a la materna, porque cuantos más desafíos le pongamos a la mente, mejor. Ocurre lo mismo que con el ejercicio físico. Claro que es bueno caminar, pero mejor si podemos correr un poco, hacer un ejercicio un poco más intenso y, sobre todo, ponernos nuevas metas.
- ¿Hacia dónde se dirige ahora su investigación?
- Me interesa la gente que ha aprendido la segunda lengua después de la adolescencia. Porque hasta ahora la mayoría de trabajos que hay son sobre el 'bilingüismo de cuna'. Pienso que es muy imporante porque en el mundo hay millones de personas que han aprendido un idioma más tarde. En este sentido, trabajo con un equipo de Australia una perspectiva muy interesante. Si uno mira las sociedades de los cazadores y recolectores, como en África, Papua-Nueva Guinea, Australia... es muy muy frecuente que los niños aprendan dos lenguas, pero también que los adultos aprendan otras lenguas. En Australia es muy frecuente que en una tribu uno sólo pueda casarse con una persona que habla otra lengua. Los grupos lingüísticos son muy pequeños y casarse con alguien de la misma lengua se considera prácticamente un incesto. Y si pensamos en nuestra evolución humana esa probablemente era la situación en que la mayoría de nuestra evolución ocurrió. Por eso pienso que nuestro cerebro está construido naturalmente tanto para aprender lenguas temprano, como para aprenderla más tarde.
- Muchos no se animan a estudiar un idioma precisamente por la edad.
- Hay que desterrar la idea de que no se puede aprender una lengua de adulto. Creo que es una idea muy extendida, y probablemente sea peor en Reino Unido que en España, aunque hay excepciones. El otro día me contaba un taxista -creo que a los taxistas de todo el mundo les gusta hablar- que tenía una casa en Andalucía, entre Almería y Granada, desde hace años, pero no había empezado a aprender español hasta ahora. Al principio pensaba que era algo que no podría hacer, pero en poco tiempo ya empezó a poder hablar algo. Y me contaba que se siente de una manera diferente en España, porque puede ir al bar del pueblo y hablar con la gente en su idioma. Eso es lo que yo creo que hay que transmitir, que vale la pena intentarlo, que el esfuerzo lo merece y que no pasa nada si uno no lo hace perfecto. Nosotros manejamos una idea de bilingüismo muy amplia. Si uno puede comunicarse en otro idioma, no importa cómo sea su acento, puede considerarse bilingüe.
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