domingo, 8 de febrero de 2015

Historias fabulosas acerca del órgano del pensamiento

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Por   | LA NACION

Foto: Alma Larroca
La mitología cerebral es inagotable, y vale la pena seguir paseando por las historias más fabulosas que tienen como protagonista a nuestro órgano del pensamiento. Desde la amnesia generada por un golpe de menhir (que, como todo Obelix sabe, sólo se cura con otro golpe de menhir), los cerebros que siguen funcionando después de la decapitación (y dan la orden de guiñar un ojo) o la propaganda subliminal que nos hace comer chicles de pepino, hay miles de leyendas dentro de nuestra cabeza. Con ustedes, los mitos del cerebro, segunda parte (el regreso).
1 Escuchar música de Mozart te hace más inteligente. Seguro oyeron hablar del efecto Mozart, que promete que los bebes que escuchen al compositor austríaco tendrán un mejor desarrollo cognitivo. ¿Y por qué Mozart y no Bach, o Gladys la Bomba Tucumana? Según anécdotas de la década de 1950, algo habría en la cadencia y la melodía mozartianas que resuena en el cerebro y lo vuelve más inteligente. Pero estas pruebas nunca han podido ser validadas o repetidas: las sonatas o el réquiem son maravillosos, pero de crear genios, nada.
2 Las drogas agujerean el cerebro. ¿Quién no recuerda las imágenes del cerebro del Diego, allá por los 90, como prueba de los flagelos de la droga, que dejan las neuronas como un colador? Más allá de que las drogas adictivas obviamente dejan su (mala) huella en el cerebro, nada de quesos gruyere allí; la única forma de agujerearlo es con una estaca. Tampoco es estrictamente cierto que el alcohol mate las neuronas (aunque ciertamente las afecta). Lo interesante es que cualquier cosa que actúe sobre el cerebro será reconocida por un receptor. que no está allí esperando sustancias exógenas, sino que seguramente el cuerpo fabrique algo parecido a las pastillas para dormir, la marihuana o los ansiolíticos.
3 La gimnasia mental previene el deterioro cognitivo. Hagan crucigramas, sudokus y solitarios, para mantener el cerebro jovial y saludable. Y no: seremos expertos crucigramólogos o sudokólogos, pero no necesariamente tendrá un efecto general sobre el sistema nervioso. Viene bien, por supuesto, pero lo único que se ha demostrado que puede prevenir la caída en las funciones cognitivas es el ejercicio físico moderado. Sí, el lunes empiezo.
4 Neurona que para, neurona que cierra. El mito es que en el cerebro adulto no aparecen nuevas neuronas y. es un mito. Si bien es cierto que las neuronas en general no se reproducen, hay áreas del cerebro en las que permanentemente aparecen nuevas células nerviosas por el proceso de neurogénesis. Parte de esta historia la escribió el argentino Fernando Nottebohm al comprobar que el canto de los pajaritos podía cambiar completamente por la aparición de nuevas neuronas en el cerebro. Claro que más allá de la neurogénesis, lo más interesante es que los circuitos cerebrales - las charlas entre neuronas - sí cambian todo el tiempo (por ejemplo, por leer artículos sobre el cerebro).
5 Los zurdos son cerebralmente diferentes. Cuenta la leyenda que los zurdos (10% de la población) son más creativos e inteligentes, aunque no hay evidencia de ello. Tampoco es cierto que el zurdaje tenga necesariamente el cerebro invertido. Lo que sí se comprobó es que los zurdos usan mejor su mano derecha que los diestros la izquierda.

6 El hemisferio derecho es el creativo, el izquierdo es el racional. No es completamente mitológico, pero sí es una exageración. Los experimentos clásicos mostraron que cuando no se comunican ambas mitades del cerebro, claramente tienen funciones diferentes en lo que se refiere al lenguaje. Pero en situaciones normales, el cerebro funciona como un todo, no con áreas compartimentalizadas y con fronteras infranqueables. Sí hay diferencias, claro: mientras que el área del lenguaje en el hemisferio izquierdo es responsable de hablar y entender el habla, su zona equivalente del hemisferio derecho tendrá que ver con la entonación y emocionalidad de lo que se dice. El cerebro es más grande el cielo y más amplio que el mar, decía Emily Dickinson. Y está lleno de mitos..

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